Los briefs llegan, los briefs van, los cierto es que cada oportunidad de hacer cosas distintas se queda grabado en el corazón y la mente de un publicista. Más que miles de pesos se necesitan millones de neuronas para poder llegar a cientos de personas.
Y que mejor que un entretenido paseo en turibus por la ciudad de México, para darse cuenta de las infinitas posibilidades que una enorme ciudad nos ofrece para crear conceptos que valgan la pena. La enormidad de los edificios y plazas se transforman en gigantescos espacios donde colocar un producto que literalmente es intangible, no sólo por ser virtual, si no también por que en sus esfuerzos por ser masificado se incluyen verdaderas emociones humanas, como la pasión, el constante sentido de sobresalir de entre los demás y ubicarse en otro nivel.
Una de las experiencias más gratificantes en la búsqueda de esas ideas, es precisamente eso, la forma en que se busca y lo mejor de todo, la forma en como llega.
En la continua búsqueda de encaminar nuestro futuro y en este caso el tratar de encontrar conceptos, encontramos gente en nuestro camino que se asemeja a nosotros y eso es parte de una experiencia inigualable, el compartir la pasión a una profesión que pocos entienden, la publicidad.
En un día con un clima ya común en la ciudad de México, abrimos nuestro pensar a horizontes no muy comunes en nuestras vidas. Divertidos, animados, con un helado en la mano y el boleto en la otra y con ganas de conquistar la ciudad, abordamos el turibus justo en frente del Auditorio Nacional, el cual nos llevaría a vivir una húmeda experiencia, pero que a pesar de todo nos dejaría una grata apertura a la imaginación.
Iniciamos la aventura recorriendo la colonia Condesa, lugar que es catalogado hoy en día como lugar de reunión y vivienda de la “juventud bohemia” lugar donde por cierto reside de nuestro director y amigo Julio Ramírez. En seguida continuamos por la colonia Roma, el centro Histórico y otros lugares sobresalientes de la ciudad de México. Ya en el regreso y justo al pasar frente al “Ángel de la Independencia” Tlaloc dejó sentir su furia sobre esa parte de la ciudad, algunos nos antepusimos cual exploradores hasta que se pudo ante las inclemencias del tiempo y otros prefirieron bajar a la seca parte de abajo. En ese parte en la que se inicio el aguacero, nos dimos cuenta de la agilidad mental del mexicano, de la habilidad de encontrar oportunidades de negocio y de la astucia que tiene para encontrar nichos aprovechables, un par de compatriotas corrieron hacia el turibus vendiendo simples bolsas de plástico cortadas para funcionar como capa, siendo ésta mas efectiva de lo que parece.
Con esto entendemos que siendo mexicanos tenemos la capacidad de encontrar nuevas oportunidades y nuevos espacios para la creatividad, sólo basta sentir que se puede hacer lo imposible, mojarnos, absorber las ideas y crear los conceptos.
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